La Reforma a la Salud en Colombia: Un Desafío para la Institucionalidad Indígena Wayuu

La propuesta de reforma a la salud en Colombia, presentada por el gobierno del Presidente Gustavo Petro en la PL 339 de 2023 Cámara, plantea cambios significativos en el sistema de salud, que podrían tener un impacto profundo en la institucionalidad indígena, especialmente en La Guajira, territorio del pueblo Wayuu, Este cambio legislativo nos invita a reflexionar sobre la importancia de la autonomía y la gestión de salud indígena, especialmente bajo el prisma de los desafíos y oportunidades que representa para su institucionalidad en salud.

Las autoridades indígenas tradicionales Wayuu, amparadas por el Convenio 169 de la OIT y la ley 21 de 1991, han optado por conformar IPS indígenas, gestionando, administrando y ofreciendo servicios de salud con el fin de asegurar el bienestar físico y mental de su población. Este esfuerzo ha permitido el desarrollo de un modelo de salud intercultural que valora la medicina tradicional y la cosmovisión del pueblo Wayuu.


Tradicionalmente, las 27 Ips Indígenas que operan en el departamento de La Guajira han gestionado y administrado los servicios de salud mediante un enfoque integrado entre un modelo de atención en salud con enfoque diferencial indígena y la medicina moderna y occidental, garantizando el acceso a servicios de salud en las zonas dispersas de los diferentes resguardos indígenas que hay en el departamento, así como la atención en los centros habilitados en los cascos urbanos que funcionan para tal fin. Sin embargo, la reforma a la salud sugiere una centralización que podría limitar esta autonomía. Las IPS indígenas de La Guajira, que han logrado un equilibrio entre la medicina tradicional indígena y la occidental, enfrentan el desafío de adaptarse a un sistema que podría no reconocer plenamente su trayectoria, experiencia, práctica y conocimiento de la cultura indígena.


La integración de las prácticas de salud desde la cosmovisión indígena en el nuevo sistema de salud propuesto plantea desafíos significativos. Aunque la reforma reconoce la importancia de un enfoque intercultural, existe el riesgo de que las prácticas y conocimientos tradicionales se diluyan, entre decisiones de comités territoriales liderados por la visión tradicional gubernamental y política. 

El principal reto radica en la potencial pérdida de la autonomía sobre la gestión y administración de la salud, la dificultad de mantener un modelo de atención con enfoque diferencial indígena en un sistema más homogeneizado, burocratizado y volcado a lo público, sumado a los desafíos logísticos y financieros que deben enfrentar las IPS Indígenas en adaptarse a los nuevos requisitos, ya que no cuentan y nunca han contado con financiamiento del estado para cubrir costos de inversión en tecnología, dotación, infraestructura y equipamiento.

Ante estos desafíos, el empresariado social indígena emerge como una oportunidad de empoderamiento. La capacidad de las instituciones y empresarios sociales Wayuu para influir en la definición y aplicación de modelos de salud es fundamental. La formación, participación en foros políticos y de salud, y la búsqueda de alianzas estratégicas pueden ser vías para fortalecer su posición y contribuir al desarrollo económico y social de La Guajira.

Las IPS indígenas y la EPS indígena son un motor de empleo y formación en la región, creando miles de empleos directos e indirectos y contribuyendo a la formalización del empleo en uno de los departamentos con mayor informalidad laboral del país. Su papel en la mejora de la calidad de vida de la comunidad Wayuu es indiscutible, a pesar de los desafíos en indicadores de salud pública, sus aportes para el logro de la universalidad de la cobertura en aseguramiento para la población ha sido fundamental, así mismo, han sido pieza clave en la formación académica de tipo técnico, tecnológico y profesional de los Wayuu, quienes han visto la oportunidad de un empleo por medio de la capacitación relacionada al sector salud. Es decir que su incidencia en la mejoría de la calidad de vida y la dignificación de sus gentes ha sido notoria y relevante.

Si bien es cierto, se reconoce que los resultados en indicadores de salud pública para el departamento de la guajira no han sido positivos, no se puede descartar y desaprovechar lo que se ha construido a lo largo de más de veinte años por parte de estas autoridades indígenas tradicionales y que hoy representan una realidad social y empresarial para el departamento de La Guajira por medio de sus estructuras propias en salud.

Si uno de los grandes desafíos para el desarrollo social y económico de una región se centra en su capacidad para generar puestos de trabajo y que estos sean de tipo formal, habría que tomar desde el gobierno departamental una posición de defensa del empresariado social indígena, y por parte del pueblo Wayuu de protección al derecho constitucional de la autonomía de gobierno propio y la libre determinación, para que esta institucionalidad propia no sea debilitada y condenada a desaparecer por la nueva forma de operación del sistema que propone la Reforma a la Salud, sino, por el contrario deben ser fortalecidas para que se afiancen las capacidades propias y se procuren por un empoderamiento integral para mejorar la atención y los servicios de salud que se prestan a la población indígena y no indígena del departamento.

Para lograr enfrentar estos desafíos que propone la Reforma a la Salud se debe tomar acción, lo que incluye: la promoción activa de la medicina tradicional en los diálogos sobre salud, la participación directa en la formulación de políticas de salud que afectan a las comunidades Wayuu, además de la búsqueda de recursos y apoyo para mejorar las capacidades institucionales y de gestión de salud.

La reforma a la salud representa tanto un desafío como una oportunidad para la institucionalidad indígena Wayuu. La clave está en la capacidad de estas comunidades para adaptarse, participar e influir en el proceso, asegurando que la reforma no solo sea inclusiva sino también enriquecedora para su cultura y prácticas de salud. Sólo a través de un diálogo inclusivo y respetuoso podremos garantizar que la reforma no sea solo un desafío, sino también una oportunidad para enriquecer y fortalecer la diversidad cultural de Colombia, propendiendo por la defensa de los principios de progresividad y la prohibición de regresividad de los derechos económicos, sociales y culturales, así como la de fortalecer el respeto por la cosmogonía, las formas de gobierno propio, la medicina y las prácticas tradicionales dentro del sistema de salud colombiano, en concordancia con los derechos humanos y la autonomía cultural.

Por: Oriana Zambrano M.

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