El Clientelismo Político: Un Cáncer que Carcome la Democracia y EL Progreso en La Guajira


La Guajira, una región de Colombia conocida por su diversidad cultural, riquezas naturales y abundantes recursos minero energéticos que aportan significativamente al PIB del país, también se enfrentan desafíos que socavan su desarrollo y estabilidad política. Entre estos, el clientelismo que se convierte en uno particularmente pernicioso, no sólo desvirtuando la democracia sino también comprometiendo los derechos humanos de quienes habitamos este enigmático y poderoso territorio. Este análisis profundiza en cómo el clientelismo afecta a La Guajira y explora medidas potenciales para contrarrestar sus efectos devastadores.

El clientelismo, según José Albertazzi y Miguel Trotta, es una práctica donde los políticos intercambian favores por apoyo electoral, creando una relación de dependencia y subordinación permanente. Esta dinámica asegura que ciertos grupos o individuos se mantengan en el poder, marginando a otros que quedan sin voz en la gestión de los recursos y decisiones que les afectan directamente. Una definición que suena muy compleja pero que para el ciudadano de a pie se ha convertido en la práctica común, más en un departamento afectado con una elevada tasa de informalidad, y un mínimo índice de crecimiento laboral, siendo el sector público y estatal uno de las principales fuentes de empleo en la región después de la actividad minera. 

La información más reciente y confiable sobre la tasa de desempleo en La Guajira proviene del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística). Según sus datos a Junio de 2023: La tasa de desempleo en Riohacha, la capital de La Guajira, fue del 14,6%, ubicándola como la cuarta ciudad con mayor desempleo en Colombia en ese momento, mientras que para el año 2022 La tasa de desempleo en todo el departamento de La Guajira fue del 8,9%, lo que significa que el índice de desempleo va aumentando exponencialmente. Esta tendencia de falta de generación de empleo formal es preocupante y apunta a una creciente brecha de pobreza que se seguirá reflejando en la calidad de vida de los habitantes de la región. Bajo este contexto destaca aún más los impactos agresivos del clientelismo, y lo convierte en un desafío de alta importancia a vencer si queremos progresar. 

En La Guajira, el impacto del clientelismo es palpable y se manifiesta de varias maneras. La gobernanza se vuelve ineficaz, ya que el clientelismo prioriza la lealtad sobre la competencia y las calidades profesionales de los funcionarios. Esto conduce a una administración gubernamental de puertas abiertas a la corrupción, con cargos importantes a menudo ocupados por allegados políticos que carecen de las habilidades necesarias para gestionar los recursos públicos de manera efectiva y transparente. A pesar de existir profesionales idóneos en algunos cargos públicos, estos finalmente quedan supeditados y a merced de superiores que tienen propósitos diferentes al cumplimiento de las funciones establecidas por la ley para determinado cargo. Así las cosas, los esfuerzos de algunos buenos servidores públicos resulta perdido cuando los avances en gestión e inversión pública son insuficientes o inefectivos.

Además, la distribución de recursos estatales, en lugar de basarse en las necesidades de la población, en criterios de equidad, o estudios de planificación de la inversión para el desarrollo estratégico de la región, se canaliza hacia individuos o grupos que apoyan al político en cuestión, perpetuando un ciclo de pobreza y desigualdad, y dejando a las comunidades más necesitadas frecuentemente desatendidas.

Es por esto que no dejan de resonar las mismas preguntas en mi cabeza que desde hace muchos años me hago: ¿Por qué si se ha destinado una importante suma de recursos de regalías para La Guajira no se ve el progreso en nuestro departamento? ¿Por qué si se han formulado documentos CONPES(1), se han emitido sentencias que protegen derechos fundamentales, se ha ordenado intervención administrativa con asunción de funciones, se han intervenido entidades que son administrada por funcionarios del orden nacional, se han emitido políticas públicas, decretos, resoluciones, y asignado recursos para ser invertidos de forma directa, las cosas no mejoran o no se impacta de fondo la calidad de vida, y la ciudadanía no solo sigue percibiendo la pobreza o como dicen la mala situación acompañada de desesperanza, sino que además crece el desempleo? 

Este patrón de malversación y manipulación política no solo socava la justicia y la equidad en la distribución de recursos, sino que también alimenta un ciclo vicioso de dependencia y desempoderamiento entre los ciudadanos, dificultando significativamente cualquier intento de progreso. Este análisis no solo resalta la urgencia de una intervención gubernamental y social consciente, sino también la necesidad de una participación ciudadana más informada y activa para reclamar y restaurar la integridad de las instituciones públicas en La Guajira.

El clientelismo como práctica frecuente y normalizada en La Guajira, también desmotiva la participación ciudadana en la política. El saber que los resultados electorales podrían estar predeterminados por acuerdos bajo la mesa alimenta el cinismo hacia la política y desincentiva la participación objetiva y consciente en las urnas, cambiándola por la participación subjetiva y supeditada a la venta del voto el cual es transado por cualquier tipo de acuerdo político-elector, reflejado ya sea en un compromiso de empleo, un aporte económico, un favor especial, o un mercado, etc.

La corrupción se nutre del clientelismo, especialmente dentro de la burocracia estatal, creando un ambiente donde los cargos importantes son asignados no por mérito, sino por lealtad política. Esta práctica pervierte la meritocracia y debilita fundamentalmente la capacidad del estado para funcionar de manera efectiva y eficiente. Tal desviación no solo compromete la eficiencia administrativa al poner en manos ineptas responsabilidades críticas, sino que también erosiona la confianza de los ciudadanos en sus líderes y en las instituciones que deberían servir al bien común. En consecuencia, las estructuras de poder se vuelven cada vez más cerradas y alejadas de las necesidades y deseos de la población general, agravando aún más los problemas de gobernanza y responsabilidad en La Guajira. Pero a su vez esta situación hace que se revele quienes o cuales apellidos las lideran, haciéndose llamar casas políticas de fulano o zutano, y para progresar en el sector público ya sea como empleado o contratista debes servir a alguna de ellas, comprometiendo la independencia, la autonomía, la moralidad, la honestidad, y afectando por supuesto con su conducta a la inmensa mayoría de la población de nuestro departamento. 

El clientelismo, a menudo percibido como una mera herramienta de políticos corruptos, trasciende las barreras ideológicas tradicionales de derecha e izquierda, revelándose como un mecanismo que se adapta y prospera bajo cualquier espectro político. Este fenómeno no está arraigado en una ideología específica, sino que es producto de la ambición y la búsqueda de poder, utilizado por actores políticos para consolidar su control y asegurar la lealtad, independientemente de su posicionamiento ideológico, y el de sus electores. La historia política reciente de La Guajira lo prueba, pues la inmensa mayoría de ciudadanos que creyeron y votaron por un cambio, fueron decepcionados con el mayor escándalo de corrupción de este gobierno presidencial en el famoso caso de los carrotanques.

En este escenario, los que ganan son aquellos que están en el poder o cerca de él, quienes usan este sistema para afianzar su posición y acumular más poder y recursos, para nuevamente en el siguiente proceso electoral  repetir el método y dar la misma medicina a los electores. Los perdedores, por otro lado, son los ciudadanos comunes, especialmente aquellos en situación de vulnerabilidad que se ven privados de servicios y oportunidades que podrían mejorar significativamente sus vidas. Testimonios de gente común ilustran la profundidad del problema. María, una profesora de Riohacha, nos comenta: "Vemos cómo llegan promesas en épocas de elecciones, pero una vez pasan, nos encontramos con las mismas necesidades de siempre, sin cambios reales en nuestra calidad de vida." O el comentario del líder comunal Daniel: “Después de las campañas solo le cumplen a sus amigos y a nosotros no nos responden o nos dejan esperando”. Y finalmente la afirmación de Miguel que expresa: “Ya casi se acercan las elecciones Doctora, ya comienzan a llamar y a visitar, y a decirnos mentiras”.

Bajo este contexto surge la pregunta crítica: ¿en quién pueden confiar los ciudadanos? La respuesta no es sencilla, pero radica en la construcción de una sociedad civil fuerte, informada y activa que pueda exigir transparencia y rendición de cuentas a sus líderes. También subraya la importancia de apoyar a aquellos candidatos y movimientos que demuestren un compromiso genuino con el desmantelamiento de estas prácticas y la promoción de un sistema más justo y equitativo. La confianza debe recaer en aquellos que, consistentemente, demuestran integridad y una verdadera dedicación al servicio público, y en la capacidad de las instituciones reforzadas por políticas que fomenten la participación y vigilancia ciudadana. De mi experiencia personal aprendí que el secreto para confiar en un político(a) es que haya COHERENCIA y CONGRUENCIA(2), en aquel líder o lideresa que pretenda aspirar a un cargo de elección popular, de esta manera al aplicar estos filtros podemos disminuir las posibilidades de que el cáncer del clientelismo siga carcomiendo la democracia y el progreso en La Guajira.

El cambio real requiere la participación de todos los sectores de la sociedad. Los ciudadanos de La Guajira deben exigir y participar en la creación de políticas que verdaderamente representen sus intereses y necesidades. Solo así se puede esperar que la región supere los desafíos impuestos por el clientelismo y avance hacia un futuro más justo y democrático. Es fundamental que se implementen estrategias para combatir el clientelismo en La Guajira. Esto incluye fortalecer los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, educar a la población sobre sus derechos y deberes cívicos, y fomentar una participación más activa de la ciudadanía en los procesos políticos. Este análisis no solo es un llamado a la reflexión, sino también a la acción. Es crucial que cada ciudadano de La Guajira se convierta en un agente activo de cambio, trabajando por una política más limpia y una gestión pública que priorice el bien común sobre los intereses particulares, para lograrlo debemos iniciar  cumpliendo con los deberes ciudadanos, ya eso por sí mismo es un primer gran paso.

Elaboró: Oriana Zambrano M.

(1) Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES) creado por la Ley 19 de 1958. Esta es la máxima autoridad nacional de planeación y se desempeña como organismo asesor del Gobierno en todos los aspectos relacionados con el desarrollo económico y social del país.

(2) Coherencia: Se refiere a la cualidad de ser lógico, consistente y tener un orden claro en la manera en que se presentan las ideas. Se trata de la conexión lógica entre las ideas, los argumentos, que asegura que todo fluya de manera ordenada y entendible. Congruencia: Se refiere a la consistencia entre lo que una persona dice y lo que hace, o la alineación entre pensamientos, palabras y acciones. En términos de argumentación o teoría, la congruencia puede significar que las afirmaciones o las acciones son consistentes con los principios declarados o las creencias de una persona o grupo. Es la coherencia entre lo expresado y los comportamientos o creencias.

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