El Legado del Sufragio Femenino en Colombia: Retrospectiva y Desafíos Actuales
Emmeline Pankhurst, Sufragista inglesa (1858-1928)
En 1954, Colombia dio un paso decisivo hacia la
igualdad al garantizar el derecho al voto femenino, un logro que se situó en la
intersección de la persistencia y la estrategia política. Setenta años después,
este hito continúa resonando en las esferas de poder, influenciando tanto la
dinámica política como la percepción pública del rol femenino en la sociedad.
Sin embargo, hoy, setenta años después nos preguntamos: ¿hemos avanzado lo
suficiente? ¿Están las mujeres de hoy realmente capitalizando el legado de sus predecesoras?
En esta oportunidad hemos realizado un análisis en retrospectiva al hito histórico
que marcó uno de los triunfos en reconocimiento de derechos fundamentales a la
mujer en el siglo XX en Colombia y lo confrontamos con los desafíos presentes y
futuros que enfrentan las mujeres en la esfera política del país.
Un Vistazo al Pasado: El Legado
de Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda
El camino hacia el sufragio femenino en Colombia
comenzó mucho antes de 1954. En 1853, las mujeres de la provincia de Vélez
experimentaron brevemente el derecho al voto, un precedente temprano y fugaz
que marcó el inicio de una larga batalla por la igualdad política. A pesar de
que este derecho les fue arrebatado dos años después, estableció un importante
antecedente histórico.
Antes del año 1930, las mujeres colombianas
enfrentaron numerosas restricciones. No tenían acceso a la educación superior,
no podían viajar sin el permiso de sus esposos y no controlaban sus propios
salarios. Sin embargo, el panorama comenzó a cambiar con el gobierno de Enrique
Olaya Herrera en la década de 1930, que otorgó a las mujeres el derecho a
administrar bienes y a acceder a la educación. En 1944, durante el gobierno de
Alfonso López Pumarejo, se planteó una reforma que reconocía a las mujeres como
ciudadanas capaces de ejercer cargos públicos, aunque inicialmente sin incluir
el sufragio. Gracias a la presión de las sufragistas, lideradas por Lucila
Rubio de la Unión Femenina de Colombia, esta propuesta fue finalmente aprobada
en 1947.
El movimiento sufragista alrededor del mundo venía obteniendo victorias en el reconocimiento de este derecho y su impacto global fue de tal tamaño que La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 se convirtió en otro catalizador para fortalecer e impulsar el movimiento sufragista en Colombia. Al firmar este acuerdo internacional, Colombia se comprometió a trabajar hacia la igualdad de derechos, incluyendo el derecho al voto para todas las personas sin distinción.
Pero fue el 25 de agosto de 1954 el día que marcó
el inicio de una nueva era en Colombia. A pesar de un primer rechazo de la
iniciativa en febrero de ese año, Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda no se
dieron por vencidas y aprovecharon una oportunidad única: presentar la propuesta
de sufragio femenino ante la Asamblea Nacional Constituyente En el Capitolio
Nacional, bajo la atenta mirada de hombres y mujeres, estas mujeres valientes,
determinadas y convencidas defendieron la necesidad de integrar a las mujeres
en la vida política del país, tras un debate vibrante, el sufragio femenino fue
aprobado con 60 votos a favor, marcando un hito en la historia política del
país.
Valencia y Arboleda no solo compartieron un escenario, sino que representaron las voces de miles de mujeres que veían el sufragio como un medio para la emancipación. Este evento no fue un acto aislado, sino el resultado de años de luchas y movilizaciones que encontraron en el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla un aliado circunstancial pero crucial. Es irónico que un régimen dictatorial haya sido el facilitador de un derecho democrático tan fundamental.
Algunos críticos e historiadores argumentan que el
voto femenino fue una estrategia de Rojas Pinilla para consolidar su base de
apoyo; otros, sin embargo, lo ven como una evolución natural de las luchas
internacionales y locales que ya desde el año 1.922 habían iniciado con la fundación
del movimiento féminas. Lo cierto es que, sin la presión constante del
movimiento sufragista colombiano, y el contexto internacional favorable, este
logro podría haber tardado mucho más en materializarse.
De Josefina a Paloma: Un Legado de Lucha Femenina
en la Política Colombiana
Hoy, setenta años después, el legado de Josefina
Valencia sigue vivo a través de su bisnieta, Paloma Valencia, quien se ha hecho
un nombre en la política colombiana como senadora del Centro Democrático, su
bisabuela es recordada por su firmeza y dedicación a la causa sufragista. Siguiendo
sus pasos, Paloma Valencia ha emergido como una figura prominente en la
política colombiana. Nacida en una familia con un fuerte legado político,
Paloma ha sido una voz influyente en el Senado, donde ha defendido reformas
judiciales y ha sido crítica vocal de los gobiernos que considera que no
representan los valores conservadores de su partido.
Esta transmisión de la pasión política y el compromiso con los derechos de las mujeres de Josefina a Paloma muestran cómo el legado político y la influencia pueden transmitirse de una generación a otra, transformando no solo estructuras de poder sino también ideologías. En la actualidad, Paloma Valencia sigue siendo una defensora de los derechos de las mujeres y utiliza su plataforma para promover cambios significativos en la sociedad colombiana, reflejando las aspiraciones que Josefina una vez luchó por alcanzar.
¿Qué Sigue para las Mujeres
Colombianas?
A pesar de los logros, las
mujeres en Colombia y en todo el mundo enfrentan barreras persistentes:
discriminación, violencia de género, disparidades salariales y
subrepresentación en espacios de toma de decisiones. Cada paso hacia adelante
parece encontrarse con nuevos obstáculos, desde la retórica política hasta las
normativas excluyentes.
Con los pies puestos en el presente y mirando hacia
el futuro, las mujeres deben emplear cada herramienta a su disposición para no
solo defender los derechos adquiridos sino para expandirlos. La educación, la
movilización política y la solidaridad internacional son claves en este
esfuerzo. Asimismo, la mentoría y el apoyo entre mujeres pueden fortalecer las
redes existentes y cultivar nuevas líderes. Las jóvenes de hoy, armadas con el
poder de la tecnología y las redes sociales, tienen potencial y oportunidad sin
precedentes para cambiar el juego político. El reto está en utilizar estos
recursos no solo para ganar visibilidad, sino para efectuar cambios reales y
duraderos. Las mujeres estamos convocadas a convertirnos en influenciadoras en
cada red social, para inspirar a otras, hablar abiertamente de temas que nos
importan y seguir transformando la sociedad.
Manteniendo Vivo el Legado
Setenta años después del triunfo del sufragio femenino, las mujeres en Colombia continúan luchando por un país más justo e igualitario. El legado de 1954 no es solo una celebración de lo que se ha logrado, sino un recordatorio constante de lo que aún queda por hacer. Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿estamos realmente honrando a nuestras precursoras al seguir luchando por la equidad y la justicia? La respuesta a esta pregunta definirá el futuro del legado del voto femenino en Colombia y más allá. Este es el desafío que enfrentamos y la oportunidad que tenemos ante nosotros. Mantener vivo el legado del voto femenino significa más que recordar un evento histórico; implica reimaginar y reconstruir nuestro futuro colectivo, asegurando que cada mujer tenga voz y voto en cada mesa, en cada debate y en cada decisión que nos afecte. Las batallas de ayer deben informar e inspirar las estrategias de mañana.
Como exdiputada y activista política con amplia experiencia, insto a todas las lectoras y lectores de este blog a abrazar el legado de lucha y determinación que nos han dejado nuestras antecesoras. No es suficiente conmemorar los logros pasados; debemos actuar y seguir presionando por reformas que garanticen la igualdad plena y efectiva en todos los niveles de gobierno y sociedad. Participen en campañas de sensibilización, eduquen a otros sobre la importancia de la igualdad de género, involúcrense en política y apoyen a las candidatas que luchan por estos ideales. Un ejemplo de ese activismo que motivamos a practicar es el que se refleja en escenarios como el convocado por Carolina Issa Morales, Lideresa Social, quien junto a un grupo importante de mujeres representativas de la guajira, han decidido conmemorar el 70 aniversario del reconocimiento al voto femenino con un conversatorio en donde las mujeres guajiras intercambiaran ideas de cómo pueden transformar las realidades sociales desde el territorio.
Hoy, desde "Voz de la Guajira",
reafirmamos nuestro compromiso no solo con recordar estas batallas históricas,
sino con continuarlas. Es nuestro deber asegurarnos de que las voces femeninas
no solo sean escuchadas, sino que retumben en los corredores del poder,
transformando nuestra realidad política y social. Les invito a ser parte activa
de esta historia y a dejar un legado duradero para quienes nos seguirán.
Juntas, podemos y debemos construir un futuro en el que la igualdad de género
sea una realidad palpable y no solo un ideal distante.
Elaborado por: Oriana Zambrano M.
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